UK Singles & Albums Chart - 27-4-08

En aquel bosque todo era felicidad y armonía. Todos los animalillos vivían tan ricamente, sin ninguna preocupación en la cabeza más que pasarlo bien y ser felices. Pero, un buen día, el conejo, que además era el alcalde, convocó una junta urgente, reunió a todos los animales y les dijo:

- ¡Amigos! ¡Escuchadme! ¡Tengo algo importante que deciros, así que prestad atención por favor!

Aquel conejo era todo un orador, así que todo el mundo quedó expectante.

- ¡Pronto, el bosque estará en crisis! ¡Vendrá la sequía, y lo pasaremos realmente mal! ¡No tendremos ni siquiera qué echarnos a la boca! ¡Habrá desolación y hambre, muchos morirán!

Los animalillos se miraron entre sí, desconfiados. El conejo había sido siempre un alcalde respetable, pero a veces tenía unas idas de olla considerables.
El silencio que había se convirtió en seguida en un incesante murmullo. Todos los animales murmullaban y hablaban confusamente. hasta que el cauto topo quiso poner orden.

-Señor conejo, ¿está usted seguro? ¡Mire a su alrededor! Nuestros árboles siguen dando frutos, nuestros ríos siguen llevando peces, nuestro bosque está realmente bello. ¡Es imposible que haya crisis!

En efecto, parecía imposible que pudiera haber crisis ninguna.

-¡Créetelo, topo! ¡Es cierto! ¡La crisis nos acecha! Pronto no tendremos siquiera recursos naturales para todos. Pero yo soy un buen alcalde, y tomaré medidas.

Cualquier cosa podría surgir de la mente de aquél polémico alcalde.

-Dado que no habrá comida para todos nosotros, he considerado oportuno que solo los animales más fuertes sobrevivan. Haremos una prueba de selección, y yo mismo elegiré los animales que merecen vivir.

Estas palabras causaron un gran revuelo en el bosque, pero el conejo era quien mandaba. Al día siguiente, se hicieron las selecciones, y solo unos pocos privilegiados (que casualmente, eran los enchufados del alcalde) gozaron del favor del conejo. Y esa misma tarde, los operarios del ayuntamiento recogieron toda la comida que había en el bosque, cada seta, cada bellota, y la llevaron a la zona donde vivirían los seleccionados. El resto de los animales se tendrían que buscar la vida, y si se atrevían a desobedecer las órdenes de arriba, serían duramente reprimidos.

Pasaron los días, las semanas y los meses, y el bosque no caía en crisis de ningún tipo. Los árboles seguían dando fruto, los ríos seguían trayendo peces, y el bosque siguió realmente bello, pero los animalillos lo empezaron a pasar muy mal. Eso sí, al conejo jamás se le ocurrió dimitir de su cargo.

Lo realmente asombroso de la historia es que, aquellos que al principio veían con recelo la decisión del alcalde, ahora piensan que es lo más correcto y lo mejor para todos. Que los 4 enchufados de turno se harten de comer mientras que el resto malviven de cualquier forma. Así hasta que se extingan la mayoría de las especies. Y entonces sí que habrá crisis, pero no de alimentos, sino de animales.

Moraleja: Hagamos caso al alcalde incompetente, y ya llegará el día de lamentarnos.